Por Matias C. E. Torres

Cuando la falta de profesionalidad entra a la cancha, se puede ganar algún título, pero verdaderamente se juega con fuego.

Tomemos como ejemplo al DT Calabrese, no conozco su nombre, de hecho lo conocí hoy, que no solo desde adentro del campo de juego opinó, "den una vuelta", y acto seguido agregó “club chico”, sino que al final del partido se fue tirando besos a la tribuna… pero del contrario.

A ver, el partido fue indiscutible, la visita a los 49 minutos del segundo tiempo logró pasar al frente, luego que a los locales les expulsaran dos jugadores. Listo, dura lex, sed lex punto.

Ahora bien, quienes están dentro del campo de juego, y principalmente quienes están a cargo de todo, árbitros, líneas y directores técnicos, son responsables calificados, una especie de doblemente responsables, deben ser ejemplos.

¿Tanto? Claro que si, por supuesto, imaginemos que pasara lo mismo en un “club grande” (según el clubsómetro de Calabrese), ¿cómo termina todo? La respuesta es fácil; como ya terminó muchas veces, entonces los culpables son la barra brava, el árbitro, y hasta la policía que en un tumulto usa medios antitumultos.

En definitiva, ganar torneos no es todo, es importante institución adentro, para alegría de sus socios, para incentivo de sus propios deportistas, y para atraer gente con ganas de colaborar, de hecho al igual que con el dinero, siempre hay alguien que tiene más, los hay con 4, con 14, y hasta con 23 en la misma Liga, después hay clubes más grandes, de hecho, existe el Barcelona, el Madrid, y más...

Ahora bien, actitudes, o personas, irresponsables, tontas, y amateurs, son peligrosas para todos, y tienen como consecuencia un daño, cada vez mayor para toda la disciplina, “y viste, en el fútbol son todos iguales, quilomberos” se escucha cada vez más, y no, la verdad es que no, más alla de muchos personajes botarates vergonzantes, hay esfuerzo, laburo, sacrificios y fuentes trabajo genuino, en todas las instituciones, hasta en las que sufren a estos personajes que describo.

En definitiva, será una tarea más para, subcomisiones y comisiones, como si no tuvieran demasiadas ya, contratar profesionales que aparte de títulos en el portafolios sean personas a la altura del desafío que dignifiquen la práctica del deporte, y dejar de lado a amateurs pululantes que lejos de comprender la naturaleza del espectáculo de dedican a descalificar a instituciones y personas.