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Generales OPINION

Che ¿y si nos dejamos de boludear?

Si los tipos que tienen que velar por la libertad de prensa están corriendo como locos atrás de un like, estamos todos en el horno.
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Crédito: Matías Torres para MDOENVIVO
Matias C. E. Torres

Por Matias C. E. Torres

Desde el año 2009 todos los 15 de enero la aviación comercial festeja a uno de sus mejores, es que hace exactamente 13 años atrás el Capitán Charles Sullenberger amerizaba de manera impecable un Airbus 320, sobre las aguas heladas del Río Hudson en los EEUU, el resultado, todos sobrevivieron, tripulación y pasajeros.

Hoy trágicamente no toca festejar, hace algunas horas atrás un ATR72 de Yeti Airlines se estrelló a 10 minutos de despegar en Nepal. Hasta ahora encontraron 68 cuerpos, faltan 4, y si bien se habla de “algunos sobrevivientes” esto no fue confirmado por ninguna agencia gubernamental nepalí.

Pero el tema no viene por acá, el asunto es otro; no bien sucedió el accidente, en tiempos de redes sociales, empezaron a aparecer videos del avión cayendo a su trágico destino, todo el concierto de medios del mundo lo replicaron. Es un testimonio, una filmación, (y con permiso, acá arranco con la primera persona del singular), no me gusta, perdí un familiar en un accidente de tránsito, y lo último que quisiera es ver el momento del accidente, cada 15 segundos en todos los idiomas y plataformas, por lo que resta de mis días.

Pero en la galería del terror que son las redes sociales, apareció el video más esperado, una verdadera joya para el morbo de todos, un pasajero iba haciendo un live en su celular en el momento de la tragedia. Simplemente lo tiene todo, gente joven sonriendo, el entusiasmo del vuelo, el avión ganando altura visto desde el asiento del pasajero, y de pronto gritos de terror, un fuerte impacto, hasta las llamaradas que terminó con la vida de todos se ve.

Que ese video circule en la cloacal Torre de Babel que son las redes sociales, espanta a los terceros y duele a los familiares de las víctimas, pero es imposible de detener, en esa cloaca todos somos moradores por igual.

Ahora bien, el video llegó a las redacciones de todo el mundo, y la élite periodística global, ¿qué hizo? salió corriendo a publicarlo.

El periodismo profesional, en todo el mundo, nunca estuvo tan interpelado; la audiencia baja, las redes dan a la masa lo que la masa quiere, opiniones incendiarias, hechos incomprobables, teorías conspirativas a la carta, todo sazonado con mucho, demasiado, morbo. Estos son los vientos huracanados que periodistas y medios tienen que resistir, la misión es esa, quedar incólumes en medio de tanta porquería informando a la opinión pública, aportando datos que nos sirvan a todos para entender, aunque sea un poquito, la compleja realidad en la que estamos enmarañados.

Ahora bien, si salimos corriendo a publicar el video del infortunado pasajero que muestra una tragedia humana en primera persona, que nada, absolutamente nada, aporta a la audiencia general, más que la satisfacción del morbo, si caen los profesionales en la dinámica estúpida de las redes, sin consideración alguna por los involucrados en semejante desastre, ¿como podremos justificar la intocabilidad de la libertar de publicar?, como sociedad, ¿cómo podemos decir “con la libertad de informar no” si amparados en esa libertad hay verdaderos crápulas que muestran a los padres como se incineraron sus hijos? Y pido disculpas por el golpe bajo, pero no hay manera de graficar mejor el ejemplo.

Muchachos, así como las sociedades otorgan al estado el monopolio de la violencia, y este debe velar por sus mandantes, ustedes tienen el santo privilegio de escribir y mostrar lo que les parezca, y están constitucionalmente amparados para hacerlo, pero defiendan ese derecho, defiéndanlo a ultranza, de la única manera posible, no cayendo en el barro, no siendo parte de la cloaca, porque si son parte de ella, ya no son distintos, ya no necesitan ninguna protección especial, los cubre las generales de la ley, y en una sociedad sin periodistas, sin sagrada prensa libre, se marcha derecho a la dictadura.

Por tanto; no nos empujen, periodistas y medios, publicando boludeces, alimentando el morbo, cuidando más el click que el dato, a una dictadura.

La sociedad toda, con sus hijos y nietos incluídos, les implora que no den la razón al cantito, y no sean "eso putos periodistas". Todos esperamos mucho mas de ustedes.

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